viernes, 9 de diciembre de 2011

Post Mortem nihil, ipsaque mors nihil




Agoniza el 2011 y yo, plañidera en paro, contemplo cada estertor sin demasiado entusiasmo. Lo amortajaré con mi urdimbre oscura, tupida y asfixiante.
Es el fin de los tiempos.

Ayer, en un nuevo alarde de bipolaridad, alguien muy cercano a mi farfullaba entre ruido de fogones vaguedades entre las que creí escuchar 37, actitud hostil y arroces que se pasan.
Ignoré sus comentarios, llevo meses haciéndolo pero todavía le sorprende no encontrar respuesta.
¿Recuerdas tus comentarios de mierda? ¿Y cómo te posicionaste sin ninguna necesidad?
Puta manía de defender lo indefendible, incluso cuándo no había ningún ataque. – Eso le diría si no la ignorase. Por eso lo hago.

Agoniza el 2011 y hago balance del Annus Horribilis.
He librado batallas, sufrido bajas, renegado de todo lo que creía.
He bebido hasta perder el control.
He aprendido a no fiarme de mi instinto, a mantenerlo todo en cuarentena.
He comprendido que las palabras no significan nada.

He perdido toda fe en el ser humano.

Y después
he besado a un Bardo
y la he recuperado.